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¿Qué va a pasar?

escuelainfantil.netViernes, 12 de junio de 2020
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Viven una situación nueva, no tienen colegio, no han podido salir en mucho tiempo de casa y ahora lo hacen con normas nuevas, sin poder ver a sus familiares o amigos. Además, tienen que seguir “el cole en casa”. Todo es muy extraño. ¿Cómo podemos ayudarles?

Todavía hoy, muchos se encuentran en estado de shock ante una situación que parece sacada de la ficción: países paralizados frente a un enemigo invisible, difícil de detectar, que amenaza la vida de muchas personas en pleno siglo XXI.

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La información de los primeros momentos fue contradictoria, lo que hace que la percepción de amenaza e incertidumbre se acreciente y, con ello, la ansiedad y el malestar emocional. El aislamiento social, lejos de nuestros seres queridos, aumenta el malestar psicológico, y el no poder determinar la duración hace que los síntomas emocionales se intensifiquen.

No obstante, los adultos cuentan con estrategias fruto de su expleriencia, que pueden contribuir a paliar la sintomatología. Pero, ¿y los niños? ¿Qué podemos hacer para ayudarles?

Sin duda, hay pautas protectoras en esta situación, aunque es cierto que muchos niños poseen una resiliencia que les hace más resistentes a este tipo de contratiempos, pues, entre otras cosas, no tienen una capacidad anticipatoria que haga que su ansiedad se incremente al valorar el posible impacto de la pandemia.

Cualquier pauta dirigida a niños pequeños debe incluir, como es habitual, unos horarios y unas rutinas, que siempre les hacen más fácil el camino a recorrer.

Establecer horarios

Mantener un horario constante es protector para los niños y la familia.

Aunque en un momento inicial, si los padres tienen que teletrabajar, pueda resultar cómodo que se levanten mucho más tarde, esta pauta, a medio plazo, no resulta beneficiosa. Establecer un horario ayuda a la estabilidad emocional de niños, aunque pueda variar la hora de levantarse y acostarse frente a cuando asisten al colegio.

Primero la obligación

Como bien dice el refrán: lo primero es la obligación. Esto se traduce en hacer las tareas lo primero, sobre todo si los niños no se saben autogestionar con responsabilidad. De este modo, verán recompensado su esfuerzo diario y tendrán una motivación adicional para terminar pronto y poder disfrutar del ocio.

También tienen que darse periodos de descanso, igual que en el colegio, por lo que compartimentar las asignaturas y los descansos puede aumentar la eficiencia y hacer que la resistencia a la tarea sea menor. Para ello:

• Dedicar diez minutos, por la mañana, a programar la tarea del día, así como su distribución.
• Si los niños son pequeños, puede ayudar estructurar con pictogramas, para que tengan un referente visual de la distribución.
• Comenzar por las tareas menos motivadoras. Así, cuando estén más cansados, podrán dedicarse a las tareas más atractivas.
• Los periodos de descanso no deben ser muy largos porque favorecen la dispersión (15-30 minutos).

Promover actividades físicas

Los niños tienen gran cantidad de energía, que muchas veces neutralizan a través de su movimiento y a través de los deportes. Sin embargo, la situación de confinamiento limita esta oportunidad y no por ello se reduce esta necesidad.

Es importante saber que, les guste o no el deporte, es algo necesario para su bienestar emocional. Existen muchos recursos audiovisuales que pueden ayudar a los padres en esta tarea.

Favorecer el contacto social

Las relaciones sociales son un amortiguador natural del estrés y un catalizador natural de las emociones negativas.

Aunque la situación no permite el contacto real, podemos optar por el contacto virtual: hablar por teléfono, hacer videollamadas… En función de la edad, será más o menos necesario, pero es beneficioso psicológicamente mantenerse conectado. No obstante, es necesario pautar horarios, sobre todo a partir de la adolescencia, puesto que a veces les cuesta autorregularse y podrían estar “conectados” todo el día.

Control y autocontrol

Los niños deben tener una explicación veraz del motivo de su confinamiento. No es necesario mantenerles al margen de todo lo que ocurre, pero es importante (también para los adultos) limitar el flujo de noticias; tratar de seguir con la vida, en condiciones especiales, pero mantener la rutina, ver dibujos, películas de risa…El exceso de información muchas veces genera una angustia innecesaria y no es funcional para sobrellevar el día a día.

También, hay que intentar ser un buen modelo de gestión, ya que lo que más desestabiliza a los niños es ver a sus padres descontrolados. Pueden darse momentos malos dentro de casa, pero tratar de mantener la normalidad será protector; somos como el patrón de un barco. Si sienten el miedo y la preocupación en el adulto, se transmitirá con facilidad.

Ojo con los objetivos escolares

Calibrar bien los objetivos para evitar frustraciones, pues, en ocasiones, con la mejor intención, los padres intentan que el menor se esfuerce todo lo posible por sacar los objetivos escolares. Si tenemos que teletrabajar, hacer de profesores, gestionar las tareas del hogar y mantener contacto con nuestros mayores vulnerables, podemos colapsar. Lo mejor es optar por la flexibilidad, tendremos que ir adaptando y reajustando expectativas según se vayan desarrollando los días.

Una de cal y otra de arena

Hay que combinar tareas obligatorias con momentos familiares, ya que la reclusión autoimpuesta obliga a compartir mucho tiempo dentro de casa.
El día a día muchas veces hace complicado que la vida familiar tenga tiempo de calidad. La situación actual puede servir para hacer actividades conjuntas. A los niños les tranquiliza y les da sensación de normalidad jugar a un juego de mesa, cocinar, ver una película entre todos…pues les ofrece sensación de unión, afecto y proximidad.

Por otro lado, también es beneficioso para los adultos, que a través de estas actividades pueden distanciarse de cosas que les preocupan.
Por último, no debemos obviar que los padres son modelos para los hijos. Transmitir serenidad, mantener hábitos y rutinas durante el confinamiento, combinar responsabilidades y momentos de disfrute, es el mejor modo de educar a los hijos para que integren de manera natural la compensación del disfrute tras un trabajo bien hecho.

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¿CÓMO RETOMAR LA NORMALIDAD DESPUÉS DEL CONFINAMIENTO?

No solo preocupa cómo actuar durante esta fase de confinamiento, sino cómo será retomar los horarios, las rutinas, la vida social, las tareas escolares después de muchas horas de clase….

Todavía está en el aire la fecha de reincorporación a la normalidad, pero parece que habrá que esperar a septiembre para retomar las clases, algo que no es tan descabellado, pues, después de un período de vacaciones de verano, como cada año, volveríamos a comenzar el curso.

Aunque se tenga temor por la posible mala adaptación, lo cierto es que los niños tienen una resiliencia que favorece el cambio contextual. Además, estos primeros años de escolaridad son más flexibles a nivel curricular y el profesorado adaptará los objetivos para que los niños no sientan desfase.

APROVECHAR CADA SITUACIÓN PARA FORTALECER SU SENTIDO DE LA RESPONSABILIDAD

No hay que dejar pasar esta oportunidad única para que se hagan más responsables de las tareas escolares, ya que el objetivo de estas es su propio beneficio.

Durante este tiempo de confinamiento, es muy recomendable fomentar su autonomía, pues esto ayudará a que sea más sencillo adaptarse después al aula, donde la atención, necesariamente, es menos personalizada que en casa.

También, en este tiempo, habremos tenido la ocasión de preparar un buen lugar de trabajo para nuestros niños, pues, a estas edades, casi es más importante establecer buenos hábitos que trabajar mucho tiempo. Por eso, si durante esta fase de reclusión, acostumbramos a los niños a tener su espacio para trabajar, luego resultará más sencillo que hagan sus tareas sin mostrar resistencia.

Implementar la asociación responsabilidad-libertad, acostumbrándoles, desde pequeños, a que primero hagan “la tarea” (aunque sea pequeña) para tener tiempo libre de juego. Esto será una buena pauta preventiva, pues, si adquieren esa costumbre, se evitará que hacer los deberes se convierta en una lucha constante en el ámbito familiar.

Con la reanudación de las clases, habrá que retomar las buenas costumbres y realizar las tareas poco tiempo después de llegar del colegio.

Es un buen recurso poner, en la puerta de su dormitorio, un calendario atractivo, donde puedan ver las actividades que tienen a diario. De este modo, será más sencillo mirarlo y ver qué tienen que hacer cada día. Además, con la vuelta al cole, les ayudará a prepararse la mochila, sabiendo lo que deben meter, cada mañana, sin olvidar el material específico para piscina, Educación Física, etc., pues será lo que vean justo antes de salir de casa.

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Paloma Méndez de Miguel, psicóloga infantil
palomamendezdemiguel@gmail.com

 

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