Por Laura Gómez Lama

Pilar Alegría, ministra de Educación y Formación Profesional
Al poco de arrancar el curso y con su cargo al frente del Ministerio de Educación y Formación Profesional recién estrenado, Pilar Alegría comparece, por primera vez, en el Congreso para defender sus planes de actuación, en la Comisión de Educación y Formación Profesional:
El inicio del curso se ha visto condicionado por las normas de actuación por la Covid-19, arrancando en una realidad muy diferente a la del año pasado. Hoy tenemos un optimismo prudente, debido a la vacunación, lo que genera mayor tranquilidad a la comunidad educativa.
El curso pasado hubo casos en los que fue necesario hacer desdobles para atender a la realidad educativa. Este año, el 3 de agosto, volvimos a aprobar 13.500 millones de euros para que las CCAA hicieran frente a la crisis provocada por la Covid-19 y colaborar con ellas en la prestación de los servicios públicos, entre los que se encuentra la Educación. Con un llamamiento para que situaran a la Educación como prioridad.
En cuanto al desarrollo de la LOMLOE…
Uno de los aspectos clave es la modificación de la ordenación y el currículo de las distintas etapas. Necesitamos un nuevo currículo que prepare a los alumnos para los retos de un mundo cambiante y que responda a las necesidades de todo el alumnado, que facilite la colaboración del profesorado y las metodologías innovadoras de demostrada eficacia. Debe favorecer situaciones de aprendizaje reales, competenciales y significativas, recogiendo propuestas de expertos internacionales.
Lo estamos construyendo en colaboración con las administraciones y la comunidad educativa. Voy a poner mi empeño en recoger todas las propuestas y tendrá un hito importante con la promulgación de los reales decretos de enseñanzas mínimas en los próximos meses y posteriormente de los currículos de las CCAA.
Hemos recibido ya sus primeras propuestas y hemos incorporado buena parte de ellas en los borradores. Todo ello sin que el nuevo currículo implique reducir un ápice la calidad de nuestro sistema educativo. No van a aprender menos ni esforzarse menos, pero sí de forma diferente, dándoles herramientas para el futuro y no para el pasado que ya hemos vivido. Tampoco voy a renunciar a la equidad: más calidad para todos y todas.
La evaluación formativa:
También debemos hablar de evaluación, ya que sin ella vamos a ciegas y no sabremos en qué fallamos. Buscamos un modelo de evaluación formativa, que ayuda a reconducir en el proceso y que no solo sirva para sancionar o premiar, con nuevos instrumentos que apoyen los aprendizajes.
El esfuerzo se consigue con motivación, estímulo y apoyo y no con simples exigencias. La escuela no debe estar diseñada para sufrir, debe estar diseñada para disfrutar aprendiendo.
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