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El mundo es diverso y plural, y los libros deben reflejarlo tal y como es

escuelainfantil.netLunes, 15 de marzo de 2021
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Lawrence Schimel | Escritor, traductor y autor de ¡Qué suerte tengo!

Narrado en primera persona, el protagonista que nos ofrece Lawrence Schimel, en ¡Qué suerte tengo!, nos habla de su amigo Carlos y las particularidades de su casa y de su forma de vida. También nos habla de su propia casa, donde las normas son diferentes, y de su hermano Jose, quien, en lugar de ver con los ojos, lo hace con el resto de los sentidos, lo que le ha dado una especie de superpoderes. También, tiene un perro que le ayuda y siempre está con él, lo cual le da un poco de envidia a nuestro protagonista.

Por cierto, ¿por qué él no tiene nombre?

Cuando escribo en primera persona, no pienso casi nunca en los nombres de los personajes, sino sus personalidades. Cuando pienso, no me digo a mi mismo «Yo, Lawrence Schimel»; simplemente pienso «yo creo esto,  yo quiero…». No intentaba suprimir su nombre; es solo que, cuando me metí en la cabeza del personaje, lo hice tan profundamente que salió así.

¿Como surgió escribir un cuento sobre la ceguera?

Es un tema que he tocado antes de distintas formas. Sin embargo, cuando escribo de temas como la ceguera o la adopción, suelo pretender que sea el trasfondo del cuento, no el motor del mismo. Otra cosa que suelo hacer es que, cuando lo trato de manera más directa, intento dar la vuelta o contar el otro lado de la experiencia. Por ejemplo, mi álbum ¡Vamos a ver a papá!, ilustrado por Alba Marina Rivera (Ekaré), es una historia sobre la inmigración, pero, en lugar de contar la llegada a un país nuevo (cosa que ya se ha escrito mucho), cuento la historia de la gente que han dejado atrás; en este caso, una niña cuyo papá está en otro país, trabajando y mandando dinero a la familia. Lo mismo pasa con ¡Qué suerte tengo!, que es una historia de relaciones, entre hermanos y amistades, y todo lo que la prota envidia de su mejor amigo, por un lado, y, por otro, de su hermano, que es ciego, pero capaz de hacer (o tener) un montón de cosas envidiables, como poder seguir leyendo cuando los padres apagan la luz.

¿Por qué quisiste plantearlo desde los ojos de otro niño, sin nombrar la ceguera y con tanta sutileza?

Yo creo que es como viven los niños el mundo. No creo que haya temáticas no aptas para un libro infantil, siempre que lo acerques al punto de vista y referencias de los jóvenes lectores. Aunque, para los lectores, puede ser una sorpresa que su hermano sea ciego, él ya lo sabe desde hace mucho, no es algo nuevo, sino su realidad. Vivimos en un mundo diverso y plural, y es necesario que los libros reflejen el mundo tal y como es. Eso significa que no solo necesitamos libros que expliquen a los niños cómo han sido adoptados y que, luego, esos niños desaparezcan de los libros infantiles, sino que aparezcan niños adoptados en historias que versen sobre otros temas, no necesariamente sobre la adopción. Por ejemplo, he escrito dos libros, No es hora de jugar y Pronto por la mañana, ambos ilustrados por Elina Braslina, dos historias divertidas de una niña y su perro, y un niño y su gata, que simplemente transcurren en familias homoparentales sin que eso sea significativo para el argumento.

En el cuento, el niño habla de sus sentimientos y pensamientos hacia dos personas: su amigo y su hermano. ¿Qué significan para él?

No quiero destripar la historia, pero el título lo dice todo: no significa «qué suerte que no sea ciego» sino «qué suerte tener un buen amigo y un hermano maravilloso». Además, como su mejor amigo es hijo único, le falta toda la experiencia rica que comparte con su hermano. El hecho de que este hermano sea ciego es incidental, igual que si uno fuese muy alto y el otro muy bajito.

¿Te has documentado de alguna manera para esta historia?

Yo investigo mucho y de muchas maneras para las historias que quiero confeccionar, y muchas veces algo que aprendo o investigo queda en barbecho mucho tiempo, hasta que, por fin, da fruto como parte de algún libro, años después. También, como ya he mencionado, tengo anteriores libros donde aparecen personajes ciegos y quería no repetirme en cómo incluyo personajes en mis historias, así que parte de mi documentación era mirar mi producción anterior para intentar hacer algo distinto.

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Las ilustraciones de Juan Camilo añaden un punto de vista sobre el texto que aporta mucha información. 

Trabajar con Juan ha sido genial. Yo creo que es importante que los ilustradores tengan bastante espacio para intervenir en los cuentos. Por eso, también, cuando escribo, me concentro más en sentimientos y relaciones, y menos en los detalles –sean nombres o rasgos físicos–, dejando que los ilustradores puedan inventar y contar la historia desde su punto de vista. Esa es una de las cosas bonitas del álbum ilustrado: está la narrativa del texto, pero también la narrativa visual. Yo solo hice una sugerencia, que a Juan Camilo le gustó: utilizar dos estilos distintos, para representar, de manera visual, cuando estábamos con el amigo (el estilo suelto) y con el hermano (todo con contorno, porque tiene que saber donde está cada cosa para no lastimarse). Una de mis escenas favoritas es en el centro del libro, la página donde está el texto en braille, que fue una aportación de Juan Camilo y creo que ha quedado maravillosa. No nos conocimos en persona hasta después de terminar el libro, que ya ha viajado a muchos países e idiomas, entre ellos, maltés, japonés, italiano y, pronto, croata y 3tres idiomas africanos de Mozambique: Macua, Sena y Changana.

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Laura Gómez Lama
Coordinadora de ESCUELA INFANTIL

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Comentarios

  1. ¡Qué suerte tengo! | Escuela Infantil
    15 de abril de 2021 14:00

    […] con el autor: “El mundo es diverso y plural, y los libros deben reflejarlo tal y como es”, Lawrence Schimel, en […]