El distanciamiento social al que se han visto sometidos los niños ha hecho mella en su necesidad constante de contacto, cuidado y protección, generando, en muchas ocasiones, miedo al abandono, dificultades para controlar impulsos, desconfianza hacia los demás, trastornos de ansiedad, inhabilidad social e inestabilidad emocional. Si, además, han vivido esta situación durante los dos primeros años de vida, pueden tener un desarrollo más lento, retrasos madurativos y dificultades atencionales.
Desde la consulta especializada en Piscología Infantil, hemos detectado que, tras el confinamiento, ha aumentado la incidencia de desajustes conductuales y de ansiedad en niños (véase La distancia social y sus consecuencias en edades tempranas), como TOC, hipocondria…
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